"La página de los lagartijos es como el camarote de los Hermanos Marx"
    (Los Moteros Jubilaos, 2005)

    "La Vespa abans de montarla n´hia que coneixerla"
      (Socarrat dixit. Xátiva 19/08/2006)


    27 mayo 2008


     

    Viaje a la Alkarria (Vol.3)

    De izquierda a derecha Luis, Carter, Bul y un servidor, con las camisetas de Spanish Siesta para el Mongol Rally 2008. Más información PINCHANDO ESTO.

    Jueves 1 de mayo de 2008

    10:30 Saco la Vespa del garaje (garage que dirían los franceses y los vendedores de hierros viejos cuando intentan vender la moto con mi frase favorita, la de siempre duerme en garage). Luce un día precioso, con un sol brillante. Hay moscas. Se nota que estamos en mayo. Anoche mismo que era abril aun, hacía frío y llovía, pero como hoy es mayo, ya no.

    10:45 Un vehículo de alquiler llega a las inmediaciones de mi domicilio conyugal (compartido), cargado con otras tres motocicletas Vespa de gran cilindrada. Casualmente, también va cargado con el mismo número de personas, por lo que deduzco (no sin esfuerzo) que cada una de las motocicletas Vespa de gran cilindrada es de una de las personas que van en la parte delantera de la furgoneta (según el sentido de la marcha habitual de la misma).

    10:47 Las tres personas, una vez abandonada la parte delantera de la furgoneta (siempre según el sentido de la marcha habitual de la misma), se van a la trasera, poniéndose de manera afanosa a reapretar las cinchas que sujetaban las motocicletas de gran cilindrada (Vespas y/o Lambrettas en lo sucesivo, que me canso). Yo hago como que no me doy cuenta para no untarme las manos de grasa, y doy vueltas alrededor de la furgoneta (vehículo continente o nave nodriza en lo sucesivo), dándole patadas a las ruedas para ver si tienen aire dentro, como me enseñaron los jubilados de mi barrio, y fumando un cigarrillo, sabedor que en el viaje hasta la ciudad de Guadalajara no me iban a dejar fumar.

    11:04 Terminan de reapretar las motos dentro de la nave nodriza.

    11:06 Me doy cuenta de que mi moto no va a subir de motu propio a la furgoneta.

    11:09 Me doy cuenta de que mis compañeros no van a subir ellos mi moto a la furgoneta.

    11:10 Vaaaaaaale. Me arremango. Engancho mi Vespa del culo. Me unto de grasa. Hago un esfuerzo sobrehumano. Elevo la moto dos metros y medio sobre el nivel del suelo. La arrimo a la furgoneta. La meto. La rozo una miaja. Cuando está dentro, uno de los jóvenes scooteristas que me acompañan, me dice amablemente y sin duda, con ánimo pedagógico: “Así no mamón, al revés que me la rozas [la moto]”

    11:13 Tras recuperar el resuello, repito el proceso que ya realicé a las 11:10, pero dándole la vuelta (una vez que la tenía a pulso en el aire), con lo que consigo un tetris, cuatro en una y evito los airosos comentarios de mi compañero.

    11:16 Cerramos las puertas traseras de la furgoneta, comprobando que no revienta ninguna de las motos ni sobresalen objetos punzantes por las ventanillas de la misma.

    11:21 Echamos a suertes quien conduce. Como da la casualidad de que lo hacemos por el método de el que sea el último en poner cara de despistado mirándose la punta de los zapatos conduce y yo soy el último en hacerlo, conduzco yo.

    11:25 Arranco el vehículo, cuyas dimensiones y manejo son sustancialmente diferentes al de un Scooter de los de verdad (léase Lambrettas y Vespas hasta PX), y me siento un poco desbordado ante la longitud del mismo. Me tomo un litro de agua sin respirar y unas pastillas que hay en la guantera para hacer más llevadero el viaje. Luego las pastillas resultaron ser LaXaTín, con lo que conseguí que lo llevadero fuera otra cosa.

    11:26 Cuando intento que se mueva la furgoneta, mediante un acrobático y complicado juego de pies, pega un trancazo y se para el motor.

    11:33 Durante los siete últimos minutos repito una y otra vez la misma operación. Durante este periplo consigo avanzar un total de sesenta centímetros, a tramos de un palmo, aproximadamente.

    11:34 Pido ayuda al resto de acompañantes. Están durmiendo. Pasan de mí.

    11:37 Pido ayuda a un señor mayor (por lo menos cuatro metros y medio), pero no me oye desde tan alto.

    11:39 Pido ayuda a unos niños de color [negro] que pasaban por allí. Resultan no ser niños, sino la peligrosa Banda de los Pigmeos (Núcleo duro y con brillo). Me quitan el reloj, las botas, la camiseta del Rally de Socuéllamos 99 y si no me encierro rápido en la furgoneta, me quitan las ganas de sentarme en un año ya que los vi venir relamiéndose con traviesas y libidinosas intenciones.

    11:50 Pido ayuda a unas Hermanas de la Caridad. Una de ellas, en un perfecto latín, me indicó la conveniencia de enderezar mi camino, de orar más, de beber menos y de quitar el puto freno de mano si quiero que la puta furgoneta ande un puto metro. Me dieron unas estampitas de la Fundadora (en proceso de restauración, digo, de beatificación) y siguieron su camino.

    11:51 Quito el freno de mano, tras constatar en el manual de usuario de la furgoneta que la misma carece de freno de mano del tipo puto.

    11:59 Abandono el término municipal de mi lugar de empadronamiento por la carretera correcta.

    12:11 Abandono la provincia en la que se encuentra enclavado mi municipio de nacimiento y residencia habitual.

    12:11 Abandono la Comunidad Autónoma en la que se encuentra enclavada la provincia en la que se encuentra enclavado mi municipio de nacimiento y residencia habitual. Durante unos minutos me desasosiega el no comprender como puedo llevar a cabo estas dos actividades tan distintas en el mismo momento. Al final dejo para más tarde tales pensamientos, ya que el hecho de ir pensando en esto hace que la furgoneta se haya desviado de la vía unos seiscientos metros y que vaya dando tumbos por en medio de un bancal sembrao.

    12:38 Sigo dándole vueltas a la cabeza sobre el hecho (trivial para algunos) de que pudiera abandonar dos entidades territoriales de distinta jerarquía administrativa al mismo tiempo, hecho acaecido a las 12:11 y señalado en este diario algo más arriba. Durante estos minutos, y fruto del tener el vicio cochino de cerrar los ojos para pensar he sacado la furgoneta de la calzada tres veces por su margen derecha y solo una por la izquierda. Los daños en la misma son inapreciables si no contamos con la falta de una de las puertas laterales corredizas. Frente a la opinión de mis compañeros, veo esta eventualidad incluso una ventaja, al facilitar sobremanera las maniobras de carga y descarga de la misma y dar una ventilación extraordinaria al espacio de carga, ya un poco saturado por los vapores de los combustibles de las motocicletas y de los calcetines allí tendidos.

    13:15 Abandono la provincia de Albacete y entro en la de Cuenca, sin embargo, no cambio de Comunidad Autónoma al mismo tiempo, como hiciera a las 12:11. Esto todavía me turba más, teniendo que parar el vehículo y bajar a intentar recuperar la presencia de ánimo. Mis compañeros, preocupados por mi estado y por el trailer que casi nos lleva por delante por parar en medio de los dos carriles de la autovía (sentido Madrid) me instan a subir de nuevo al vehículo, se preocupan por aquello que me inquieta, y Luis, que es un joven muy atento y amable, tras conocer el motivo de mis consternación, me explicó que el hecho producido a las 12:11 se dio gracias al vivir en una comunidad autónoma formada por una única provincia, a lo que añadió un campechano: “¡¡¡Uniprovincial de mierda!!!” dirigido a mi persona.

    14:21 Abandono la provincia de Cuenca y la comunidad autónoma de Castilla La Mancha, todo al mismo tiempo. Pregunto a mis compañeros si ellos lo entienden y uno de ellos me amenaza con un antirrobo de color rojo que se coloca habitualmente uniendo el volante y el embrague. Es muy efectivo, tanto en su funcionamiento como antirrobo como elemento disuasorio de que siga con la gilipollez del ordenamiento territorial (según sus palabras textuales).

    14:21 Al mismo tiempo del hecho anterior, entro en la provincia de Madrid y en la Comunidad Autónoma de Madrid. Ante tamaña afrenta a mi raciocinio, y ya mareado ante tantas cambios que escapan a mi entendimiento, desisto de la actividad de conducir vehículos tan grandes de nuevo para ir a los rallys. A partir de ahora, siempre con la Lambretta o la Vespa. Tardaré más en llegar (o no llegaré). Llegaré con el culo escocio y/o roto. Tragaré mosquitos. Pero ganaré en salud. Al menos en la mental.

    Domingo 4 de mayo de 2008

    20:38 Termino de ducharme. Ya estoy en casa. Durante los últimos días me lo he pasado tan bien en Guadalajara, que pocas las ganas que he tenido de perder el tiempo en escribir diarios y pamplinas de estas. Tres conciertos. Tres allnighters. Comida a go-gó. Cerveza a más go-gó. Un montón de Lambrettas. Un montón de Vespas. Y lo mejor de todo, un montón de amigos que hacen que cada vez esté más orgulloso de que me llamen scooterista.

    El año que viene más. Pero mejor rodando. En furgoneta me mareo.